MUJERES EMPRENDEDORAS

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Seguro que ahora que está próximo el fin de año te estás planteando nuevos propósitos e incluso nuevas aventuras. Si eres una mujer emprendedora, puede que estés pensando en montar tu propio negocio.

En primer lugar, a la hora de emprender un negocio, tienes que tener muy claro, clarísimo, a qué te quieres dedicar. Una vez que lo tengamos decidido, un buen consejo es que te fijes en el mejor y le imites (no que le copies) pero sí que observes cual es su fortaleza, cual es su modelo de negocio que le permite destacar sobre los demás.

Pero no olvides algo importante: esas personas son como tú, de carne y hueso, se equivocaron, se equivocan y se equivocarán, saben más que tú pero no son mejores que tú, observa cómo funcionan pero crea tu propio estilo y añade diferencias significativas que den valor a tu negocio.

Desde el miedo general a si el negocio funcionará, pasaremos por una serie de etapas no menos importantes en las que nos preocupará cómo enfocarlo, como organizarlo, qué pasos seguiremos y, finalmente, cuando lo hayamos conseguido, a veces, muchas veces, nos encontraremos muy solas y en nuestros peores momentos nos preguntaremos si ha merecido la pena.

¿Pensabas que todo era coser y cantar? Pues no.

El camino hacia la construcción de mi propio negocio y hacia mi independencia económica sin depender de un jefe,  estuvo lleno de campos minados, de obstáculos, incluso yo misma me puse trabas. Cuando más cómoda es tu vida, más difícil es lanzarse al vacío. En mi caso, tenía un trabajo cómodo y bien pagado que me permitía tener tempo libre. Pero para mí no era suficiente, la vida tenía que ofrecerme algo más.

Desde el miedo a abandonar una vida de comodidad, un sueldo fijo y el que otros tomen las decisiones fiales por nosotros a cambio de cumplir un horario y un trabajo, hasta las diferencias con socios, familia, pareja, trabajadores de la empresa y colaboradores, serán obstáculos que te harán dudar de si has elegido el camino adecuado.

Cuando montamos nuestro propio negocio, pasamos por varias etapas pero, en definitiva, salimos de nuestra zona de confort. Tirarnos a la piscina nos asusta. Preferimos la seguridad de nuestro conocido mundo, aunque nos cause infelicidad y aburrimiento. Yo aconsejo, por si acaso, tener un Plan B alternativo o, lo que es lo mismo, saltar con red.

Desde el momento en el que saltamos nuestro futuro es incierto: podremos tener éxito o fracasar, nos sentiremos agobiadas, indefensas, angustiadas  incomprendidas. Además, surgirán problemas y cuestiones con las que no habíamos contado, porque no podemos controlarlo todo. 

Mi historia personal ha pasado por todas las etapas antes mencionadas.  Nunca me he embarcado en una aventura sin tener un pequeño colchón, un asidero por si las cosas va mal, un plan B o incluso un Plan C por si las cosas se ponen realmente feas. Ello me ha proporcionado menos angustia ante lo desconocido. He sido valiente pero siempre he sopesado qué pasaría si pasara lo peor y me he organizado para que la caída no fuera catastrófica.

Y no hay que olvidar nunca, por muy bien que nos vaya, que nada es eterno, que siempre hay que tener los pies en el suelo y ser humilde. Mi estrategia es tener una estructura básica, poner un orden en la distribución del tiempo, una organización predecible aunque flexible, una rutina sobre lo qué hay que hacer y con qué método y en qué horario hay  qué cumplirlo. Estas pautas de trabajar en el orden y no en el caos, me dan tranquilidad y la sensación de rentabilizar mi tiempo.

Por supuesto cada viaje, cada salto al vacío, es diferente e implica mayor  o menor riesgo. Y no siempre se encuentra la salida. Siempre hallaremos incertidumbre en nuestro camino. Sufriremos decepciones personales, angustia, incomprensión, injusticias y soledad.

Sin embargo, se supone que esta aventura, qué contradictorios somos!! la emprendemos para huir de una vida monótona y aburrida  o no?.Pues entonces, adelante!!.